Tal vez nos damos cuenta de que cometimos un error, y que incluso dañamos a alguien o nos perjudicamos nosotros mismos. Quizás alguien nos critica, o simplemente percibimos que estamos teniendo malos pensamientos. En estos casos, típicamente sentimos culpa o rabia, la que se queda un rato en nuestra mente (como para que no se nos olvide el error), y luego pasa.

Sin embargo, para algunas personas, cada error o falta es imperdonable. Se torturan por pecados pasados, actuales y futuros. Muchas de estas personas van a psicoterapia buscando alivio.

Esta técnica es útil para todos quienes han sufrido de mucha culpa y rabia contra sí mismos, por algún error, crítica o pecado.

Cuando uno se critica o ataca, se puede decir que hay dos personajes internos que interactúan: el acusador y el acusado. Este proceso es normal en casi todas las personas (sólo los psicópatas no sienten culpa, y los diálogos internos son normales en casi todos los casos).

En los procesos sanos de culpa (ver artículo previo sobre la diferencia entre la culpa sana y patológica), ésta nos sirve para corregir nuestros errores y no tropezar dos veces con la misma piedra. Una vez que identificamos el error, podemos tomar medidas para reparar el daño o al menos que no ocurra nuevamente. Entonces, el sentimiento de culpa o rabia contra uno mismo baja hasta desaparecer.

Sin embargo, hay personas que sufren especialmente con este tema. No pueden dejar de pensar en sus errores, o se culpan y maltratan mucho por cosas del pasado. Esto los llena de angustia y amargura.

En estos casos, podríamos decir que están llevando a cabo un juicio interno. Sin embargo, sólo han escuchado al fiscal acusador, y el abogado defensor (o el mismo acusado) no ha tenido la oportunidad de defenderse. Como no han podido escuchar ambas partes, el juez interno no puede dictar sentencia y dar por finalizado el asunto. Y esto impide que el acusado salga libre o pague sus culpas y expíe sus pecados. Sin resolución, el juicio interno continúa por mucho tiempo, y el pobre acusado escucha una y otra vez la diatriba del fiscal.

En estos casos es útil ayudar a los pacientes, o a nosotros mismos, a desarrollar un juicio justo.

La técnica

Es bastante simple. Lo describiré como si lo fuéramos a usar con un paciente, pero se puede auto aplicar sin necesidad de psicoterapia.

  1. Explicar esto al paciente para que entienda lo que le proponemos.
  2. Elegir un momento en que tenga un rato libre (30 minutos al menos).
  3. Preparar dos cuadernos (o grupos con varias hojas cada uno) junto con un lápiz que funcione bien. Uno de los cuadernos será el de la defensa y otro de la parte acusadora.
  4. Ponerse en los zapatos de la parte defensora. Pensar en qué le diría al juez o al jurado. Cómo explicaría la conducta del acusado? Qué diría en su defensa? Anotarlo en el cuaderno de la defensa.
  5. Ahora ponerse en los zapatos del acusado, y escribir su testimonio para defenderse, cuando lo llaman a declarar.
  6. Si durante este proceso, el fiscal acusador interrumpe (por ejemplo con pensamientos o sentimientos de culpa, rabia o autocrítica), mandarlo a callar ya que no es su turno. Si insiste, anotar sus acusaciones y argumentos en el cuaderno de la parte acusadora.
  7. Darle la palabra al fiscal acusador. Anotar lo que dice y las palabras que ocupa. Observar su tono y lo duro o cruel que puede llegar a ser. Pero darle espacio para que hable también.
  8. Darle una última oportunidad de hablar a la parte defensora. Anotarlo en su cuaderno.
  9. Ahora viene el turno del juez o jurado para reflexionar sobre los argumentos de ambas partes. Debo ponerme en los zapatos del juez, y leer lo anotado en cada cuaderno. Sopesar lo que hace sentido del fiscal y también del abogado defensor.

La lógica de la técnica: ¿por qué funciona?

Tal como mencionamos anteriormente, el problema no es sentir culpa, sino es darle espacio solamente a la parte acusadora, sin poder diferenciar si soy inocente o culpable, ni tampoco la gravedad de la falta.

Esta técnica ayuda a entender de manera didáctica el problema con las autoacusaciones constantes. Además, pemite contactarnos por unos minutos con la parte de nosotros que puede defenderse y ser asertiva. Y finalmente, permite que silenciemos por un minuto al fiscal acusador interno, y eso genera alivio inmediatamente.

En el fondo esta técnica es simplemente una variación de lo que se realiza en distintas escuelas de psicoterapia, especialmente en Terapia Gestalt. En casos de mucha rabia y culpa contra uno mismo, la Gestalt busca que el paciente se contacte con lo duro que es estar recibiendo juicios y críticas, y también pueda darle voz a la parte criticada. Y esto muchas veces se realiza con ejercicios de roles y de dialogos entre distintas partes de uno mismo. Es lo mismo que pretende este ejercicio.

Conclusión

Recuerdo las 2 últimas veces que sentí una culpa asesina corroyendo mis entrañas. Han sido de las peores sensaciones de mi vida. Felizmente, he podido reparar o sanar razonablemente bien esas heridas. Sin embargo, sufro de sólo imaginar el tener que vivir más tiempo con ese dolor. Y veo cómo muchos pacientes se auto-torturan por días, meses o décadas por faltas pasadas (contra ellos mismos o contra otros).

Esta técnica me ha ayudado con algunos pacientes, y es relativamente fácil de aplicar. Espero pueda ayudar a otros también, porque pucha que molesta cuando escuchamos el monólogo del fiscal acusador dentro de nuestra cabeza todo el día.

Por Pablo Herrera S.